Chispas en la hoguera

viernes, 22 de noviembre de 2013

Capítulo 17 (Primera parte): Viejos amigos

Nota de la autora ~> ¡Yuuuuuuuujuuuuuuuu! Novedades, novedades, novedades. Tengo Twitter nuevo, dedicado a Crónicas del Submundo, mis blogs y mis historias. Por supuesto también sobre libros en general, otros bloggers, etc. Es @BooksGabyTP (allí avisaré también de los capítulos, porque la mayoría ya no andáis por Tuenti y subiré novedades, progresos, fotos y demás cosillas) No solo de mis libros, sino de lo que me gusta leer. 
A partir de hoy y esta semana que viene estoy LLENA de exámenes. Pero LLENA. Así que no voy a avanzar nada con CDF o los nuevos capítulos de EUG, pero el viernes será mi último examen (ESPERO) así que volveré a la carga. 
PD: OMG ya estoy volviendo a hacer lo de separar con (***) 4734683 escenas. ¿Os molesta? ¿Preferiríais una narración más continua? ¿Os perdéis? ¿O os gusta así? ¡¡Ahhh!!
¡Disfrutad del capítulo mis queridos/as Submundianos/as!♥

Resumen de qué pasó anteriormente por si os perdisteis: Kira recibió un mensaje de los rebeldes diciéndole que tienen a Gales en el campamento y que debe ir hasta allá al anochecer. // María se disculpó con Scarlett por su enfado en el teatro y le dijo que el príncipe era "su última oportunidad", luego hubo el encontronazo con Walter Junior donde Julian la ayudó y la dejó "al cargo" de Scarlett. // Chelsea insistió a Dáranir para que vaya a hablar con el rey. 




A Kira comenzaban a preocuparle las espantosas medidas de seguridad que ofrecía el castillo. Había conseguido salir con Ecoh dando la simple excusa a los guardias de que iba a comprar más heno para los caballos de sus señores. No es que fuera malo que dejaran libertad a los criados y mozos de cuadra, pero, en serio, ¿quién iba a buscar paja a las once de la noche? Humanos...
Desmontó a las puertas del campamento de la Alianza. Ecoh resopló plácidamente y siguió los pasos de su jinete mientras las puertas les eran abiertas por un vigía en su turno de noche. Kira le hizo un gesto de agradecimiento, pero fue ignorado. Ya estaba acostumbrado al trato frío por parte de algunos rebeldes, era lógico que muchos no confiaran en él sabiendo qué era. Otros, sin embargo, lo recibieron con los brazos abiertos. Dos niños corrieron a su encuentro y se le echaron encima sin previo aviso, intentando tirarlo al suelo. El caballo bufó molesto por el comportamiento de los muchachos, pero Kira soltó una carcajada y siguió caminando, burlándose de sus vanos intentos por derrumbarlo. Alguna que otra madre se había despertado con el ruido y salían de las cabañas para saber qué ocurría, mas al ver al híbrido volvían a la cama rodando los ojos.
En lo alto de un árbol, Yven, el líder de los rebeldes refugiados en Regardezt, le hizo un gesto a modo de saludo desde la puerta de su casa. Kira se quitó a los dos niños de encima, que se protestaron por la falta de atención y fue hacia las escaleras del árbol, prometiéndoles una pelea con ellos al amanecer si se iban a dormir. Hubo más protestas. Estas fueron acalladas por una mirada severa de Yven.
—Llegas tarde.
—Llego más que puntual, viejo bastardo. Más que puntual. No quería llamar la atención, así que Ecoh tuvo que moderarse.
—¿Kira?
Una tercera voz interrumpió sus cordiales saludos. Kira echó un vistazo hacia el interior de la cabaña y no pudo evitar quedarse pasmado. Un hombre robusto y un palmo más alto que él lo miraba con una mezcla de impaciencia y alegría. Le costó unos segundos darse cuenta de que era Gales.
—¿Me quieres decir qué diablos te daban de comer en el Infierno?—preguntó con tono molesto, aunque por su sonrisa se podía entrever que la situación le resultaba cómica.
El hombre rubio sonrió y se encogió de hombros. También parecía encontrar divertido poder mirarlo desde arriba.
—Me has visto en el fuego, no sé de qué te sorprendes. Tú sigues igual que siempre.
—La belleza no se esfuma así como así, créeme, lo he intentado todo.—bromeó Kira y acto seguido le dio un abrazo rápido al joven, seguido de unas palmadas en la espalda.—Esperaba que estuvieras furioso conmigo, la verdad.
El semblante de Gales se volvió serio.
—He oído que pretendes traer a Scarlett aquí.—Kira arqueó una ceja y miró a Yven con recelo. No tenía que habérselo contado tan pronto. Supo lo que vendría a continuación: se opondría.—No puedes.
Si fuera cualquier otro habría sonreído y le habría dejado claro que hay muy pocas cosas que Kira Mccarty no pueda hacer cuando se lo propone, pero era Gales, así que en vez de eso le colocó una mano en el hombro y dirigió la vista hacia el interior de la cabaña para darle a entender que debían hablar en privado. Yven no puso ninguna pega y se quedó fuera, cerrando la puerta tras de sí.
La cabaña del jefe era la más grande y mejor posicionada, justo en medio del campamento. Llenó dos copas enormes de cerveza y le tendió una al rubio. Kira esperó a que este diera un sorbo y fingió hacer lo mismo, solo que humedeció los labios en la espuma y no bebió. Sería más fácil hacerle entrar en razón si estaba ebrio.
—He sido bastante grosero.—dijo Gales de pronto. Kira lo miró interrogante—Ni siquiera te he dado las gracias por lo que has hecho todos estos años. Has cumplido tu promesa, te estoy muy agradecido.
—Oh, eso...—Kira hizo un gesto con la mano quitándole importancia, pero en sus ojos había un brillo calculador—Deja de pensar que estas en deuda conmigo, no me debes nada.
—Me salvaste la vida.
—Sabes que no lo hice por ti.—iban a entrar en un tema que los ponía incómodos a los dos y ninguno quería llegar hasta ahí.
Gales tosió y dio otro sorbo a su bebida para poder cambiar de tema.
—Amigo, no voy a meterme en opinar si una rebelión es correcta o no. He pasado tanto tiempo fuera de mi hogar que ya ni sé que principios morales rigen este mundo. Poco sé ya de moralidad, pues de donde vengo no hay ninguna.—acariciaba la copa haciendo círculos de forma repetitiva, como si estuviera cansado o aburrido—Lo qué sí sé con certeza es que un levantamiento implica poner vidas en peligro. Y no estoy dispuesto a arriesgar la de Scarlett, ni, sinceramente, la mía. La única obligación que siento es la de cuidarla y recuperar todos estos años perdidos.
—Y no es menos lo que te aseguro. Creo que he cumplido con mi parte hasta ahora. ¿Querías que estuviese a salvo? Lo estuvo. ¿Querías que te mantuviera informado? Lo hice. ¿Quieres volver a verla? La verás. No te estoy vendiendo la piel del lobo antes de cazarlo, ya he demostrado que soy de fiar.
—Menos cuando Cown la secuestró, la llevó hasta el Inframundo, la torturaron y la tiraron a un río de lava...
La ironía que destilaba el comentario encrispó los nervios de Kira, pero no contestó al momento. La copa ya estaba medio vacía.
—Técnicamente, eso no fue mi culpa. Si la seguridad de Ozirian es penosa, insultemos al rey, no al demonio encerrado que no supo de ello hasta que la zorra bífida de Heline vino a contárselo. Las cosas claras: nadie se esperaba que apareciese un maldito demonio superior de la nada en medio de un baile real.
—Sabías que Heline andaba suelta por el Submundo. Tienes poder de persuasión suficiente para convencer a cualquiera de que te dejen asistir a un baile, Kira.—quiso replicar, pero Gales lo cortó, entre hipidos. La cerveza ya vacía.—La...la dejaste ir sola...con unos Guardianes de...de simple escolta.
—Simple escolta, huh.—Kira no sabía si debía hacerlo, pero tenía que desviar el tema para que dejase de culparlo y pudiera aceptar su plan.—Se fue con un Elementar. Creí que sería suficiente escolta, pero, ¿sabes qué? Tienes razón. Ese tipo es un completo inútil.
Eso llamó la atención de Gales. Kira lo percibió.
—¿No lo recuerdas en el Inframundo? Julian DuFrain, Elementar del Viento.
—Pasó todo muy rápido...estaba lejos...
—Pues estoy completamente seguro de que te encantaría conocerlo—cualquier Elementar siente curiosidad por los otros—Oh...y se me olvidaba, me ha mandado algunas indirectas que me hacen sospechar de su atracción por cierta pelirroja...y con indirectas me refiero a decirme que la ama y que luchará por ella. ¿No es todo un romántico? Buen partido, también...¿Para cuándo apuestas que sería la boda? ¿Verano, o ya mismo, en primavera?
No le gustaba seguir ese camino. Manipular a Gales no era su plan predilecto, pero había que hacerse lo que había que hacerse, de la manera que fuese. Reunir a los tres Elementar conocidos. Parecía sencillo, pero le estaban dando muchos problemas. Gales ya había llegado a la rebelión, mas quería marcharse y se negaba a que Scarlett entrara. Julian sería el más fácil de los tres: era tan previsible que con ponerle un cebo caería.
De pronto, Gales se levantó, haciendo caer la silla hacia atrás y con la mandíbula apretada. Kira cruzó los brazos, sin una expresión concreta en el rostro, esperando por su respuesta.
—Boda.—fue la única palabra que salió de sus apretados labios.
—Eso dije, sí.
—Boda.
—Grande y magnífica. Con tulipanes a montones.
Kira se preguntó durante unos instantes si Gales se desmayaría. No ocurrió. En cambio, la siguiente media hora fue un monólogo enfurecido casi a gritos de un bastante borracho Elementar despotricando contra “ese pretencioso y poco honorable DuFrain de dudosas intenciones”. Kira calló, asintió y justo cuando parecía que se había calmado, dio el golpe final a su pequeña (pero no del todo falsa) manipulación.
—Pues debes saber que también él vendrá a este mismo campamento. Antes o después que Scarlett, pero acabarán llegando los dos.—dijo con tono comprensivo, como compadeciéndose de Gales—Sabes que yo te apoyo, y si tú me dices que no quieres a Scarlett inmiscuida en esto, te haré caso, pero...están tan enamorados, tienen un vínculo tan fuerte...oh, amigo, ni yo ni los Dioses seríamos capaces de separarlos.
—Ella...enamorada...
—Yo siempre les digo que hacen una pareja terrible.
—Kira...
Entre tanto le había vuelto a llenar la copa y ya volvía a estar casi vacía.
—¿Sí?
—Sobre lo de quedarme aquí...solo durante un tiempo....lo pensaré. Pero si las cosas se ponen demasiado peligrosas, me voy y la llevaré conmigo.
La negociación había concluido. Kira sintió algo de culpabilidad mientras veía a Gales salir de la cabaña tambaleándose y dándole la noticia al jefe. Se le pasaría pronto, esperaba, pues las mentiras para conseguir sus objetivos siempre habían sido el método más fiable. Sentado allá arriba, entre las ramas de los árboles con la brisa nocturna revolviendo las hebras oscuras de su cabello, se preguntó si también tendría que engañar a la Elementar del Fuego. Confiar en ella se estaba volviendo una costumbre, algo de lo que no estaba orgulloso. Era cierto que había otras personas que conocían su verdadera naturaleza, el monstruo oculto bajo la máscara humana, pero nadie que no la temiera. Desde aquel día hacía ya varios meses, cuando su autocontrol decayó y se transformó enfrente de Scarlett, Kira no había sabido decir si la muchacha era demasiado ignorante como para tenerle miedo o demasiado inteligente como para mostrarlo. Quizá una mezcla de ambas.
—Ya es hora de que vuelvas al castillo o sospecharán.
La profunda voz femenina no lo sorprendió: la había olido subiendo la escalera y sentándose a su lado a contemplar el campamento desde la altura del árbol. Le echó un vistazo con el rabillo del ojo. Esa salerosa mujer de ojos y cabello negros como pluma de cuervo, con un moño de rizos ensortijados hecho con las prisas de alguien que no tiene tiempo para esmerarse en atavíos. Tan severa a veces, tan cariñosa otras. Y tan aguda siempre, una de las mejores brujas que había conocido, en todos los sentidos. La conocía desde hacía años, había sido una especie de figura materna para él incluso a sabiendas de que era mucho más joven, pero...¿confiaba en ella?
—No seas aguafiestas, Cidy.—de repente, se acordó de que tenía algo que decirle—He estado pensando en eso que me comentaste aquel día en la torre...
—¿Cuándo te comenté que podría haber algún hechicero a tu alrededor?—entrecerró los ojos con aire pensativo—Sí...recuerdo esa energía ancestral.
—Creo que no es un hechicero, sino un Oráculo.—sentenció Kira.
Cidy soltó un bufido de incredulidad. Los hechiceros respetaban a los Oráculos casi como a Dioses, así que la posibilidad de tener a uno pululando por un castillo humano sin ningún motivo no era fácil de creer.
—Hay muy pocos Oráculos, chico, y cada uno está en su templo, en las esquinas más recónditas del Submundo. La energía que yo sentí provenía de tus cercanías, en otras palabras, del castillo y sus alrededores.
Kira enarcó una ceja, incrédulo por la falta de información de la bruja.
—¿No sabías que el Oráculo de Trisania ha muerto?
—¿Qué diantres estás diciendo?
—Esto sí que es bueno—sin contenerse más, soltó una carcajada. Cidy lo apuñaló con la mirada—Fue capturada y llevada al Inframundo, aunque no la querían a ella, sino al Revelador. Hay un demonio con ciertos poderes sobre el tiempo presente que sabe cómo utilizarlo, así se mantienen informados. Tenían que mantener al Oráculo viva para que la bola adivina siguiera funcionando, pero con su muerte...
—El Revelador debería haber dejado de funcionar.—terminó Cidy.
—Y no lo hizo. A partir de aquí son todo teorías, mas creo que las posibilidades solo son dos: o bien nació un elegido en el momento en el que el Oráculo murió, como ocurre con los Elementar, o bien tenía descendencia y los poderes se le transfirieron.
La bruja negó con la cabeza, con el ceño cada vez más fruncido. Demasiada información repentina que asimilar.
—No, el Oráculo de Trisania no tuvo hijos. Si no recuerdo mal, no era apta para dar a luz. Hubo un parto, hace ya bastantes años, pero su bebé murió nada más nacer. Hubo una gran polémica, pues esto suponía la extinción de los Oráculos de Trisania tras su muerte. Lo cual ha ocurrido...por los Dioses...
Kira tenía muchas dudas al respecto, sin embargo, optó por guardar silencio y despedirse de Cidy con la nueva información que había recogido. Cuanto más supiera él y menos los demás, mejor. Fue a despedirse de Gales también, pero lo encontró durmiendo en una pequeña choza a ras de suelo. Qué poco aguante tenía.
Recogió a Ecoh y lo llevó caminando de las riendas hasta la entrada, para intercambiar unas últimas palabras con Yven, el jefe del campamento. La conversación fue breve, Kira le dio a entender que tardaría un poco más de lo normal en volver a aparecer por allí, pero que cuando volviera, traería consigo compañía. Ambos se entendieron. El híbrido también le aconsejó que dejase a su aire a Gales, pues llevaba mucho tiempo conviviendo con demonios y necesitaba volver a acostumbrarse a la compañía humana y ente.
Sin más dilación, subió a su montura y las murallas de salida se abrieron, dejando pasar a caballo y jinete, rumbo al castillo de Regardezt.



                                                                ***


Varias horas antes...

Scarlett y María seguían en la habitación de Chelsea, la pelirroja sentada en una butaca de piel y la otra muchacha de pie, acariciando con cariño los dibujos esparcidos por el escritorio. La segunda al mando de la Casa Gris era tan buena artista como guerrera, aunque mantenía su pequeño entretenimiento en secreto para no arruinar su reputación estricta y formal.
—Aún tengo una historia que contarte, ¿verdad?—dijo María dejando a un lado los dibujos.
—Sí...—Scarlett dudó—Pero no tienes que hacerlo si no quieres.
María bufó con los brazos en jarras y una sonrisa en los labios que no encajaba con su posición.
—Venga, dónde está tu espíritu fisgón. Yo ya te habría extirpado detalle a detalle sin piedad.—fue bajando el tono de voz, pero no se sentó, sino que comenzó a dar vueltas por el cuarto—Te dije que el príncipe era mi última oportunidad. Me refería a que es la única oportunidad que tengo de casarme con alguien de mi elección.
—¿Casarte?—por mucho que intentó ocultarlo, la alarma se notó en la voz de Scarlett.
—Tengo quince años, en verano cumpliré los dieciséis. Es la edad perfecta, ya sabes, antes de que se oxide la mercancía...—hizo una mueca de sorna—Mis padres han estado buscándome marido casi desde que nací, es más, estuve comprometida entre mis dos y cuatro años, pero murió por causas naturales. Y aún duró bastante, teniendo en cuenta que llegó a los sesenta...
Scarlett no pudo evitar hacer un gesto de repulsión ante la perspectiva de una niña prometida con un anciano. María lo vio y se encogió de hombros.

—A mi familia no le valía cualquiera. Cuando eres un Geneviev necesitas mantener tu estatus social y tu riqueza a todo coste. Pero según fui creciendo me empecé a dar cuenta de las cosas, de como iba a acabar y de que no sería feliz. Lo acepté. Tampoco podía hacer otra cosa, ni quería decepcionarlos.—sonrió, mas la sonrisa no le llegó a los ojos—Puedo parecer algo impulsiva a veces, pero mi familia lo es todo para mí. Aún así...bueno, me habían leído demasiadas fábulas de príncipes y princesas como para rendirme tan pronto. Y un día, conocí a un príncipe. Uno de verdad, quiero decir.
«Yo no era más que una cría de aquella, él ya un joven apuesto y muy amable. Habíamos sido invitados a una recepción en el palacio de Ozirian, era mi primera fiesta y estaba entusiasmada. Lo vi entrar junto a su padre, el rey Richard, mientras todos hacían reverencias según pasaban, yo incluida. Recuerdo que era muy guapo, nadie debería ser tan atractivo a esa edad. No me mires así, hablo en serio. Estaba muy aburrida, rodeada de adultos, sin niños con los que jugar ni nada interesante que hacer. De aquella aún no había conocido a Julian, él llegaría casi un año después y Mark se había quedado en casa. No podía moverme de allí y mis padres no tenían intenciones de irse temprano, estaban disfrutando de la fiesta, incluso salieron a bailar cuando la orquesta empezó a tocar, ya bien entrada la tarde. Me acuerdo de querer pedirle a mi padre que me sacase a bailar, pero me dijeron que esas cosas solo en casa, que fuera era de mala educación. Me quedé dormida en un sillón cuando empezó a hacerse de noche pero nadie se dio cuenta al principio. Debían de estar algo ebrios todos a esas alturas porque cuando llegaron los carruajes, todos los invitados -incluidos mis padres- se subieron a ellos y volvieron a casa con ganas de reposar después de tanta verbena.
Cuando me desperté me llevé un susto de muerte. Estaba sola, en un enorme salón oscuro a altas horas de la noche. No sé exactamente por qué, pero lo primero que pensé fue que mis padres me odiaban y que nunca los volvería a ver. Fui corriendo hacia la puerta del gran salón, pero estaba cerrada con llave. La habitación estaba demasiado oscura y mi imaginación me empezaba a jugar malas pasadas con las sombras y los ruidos nocturnos...así que me puse a llorar. Nunca he estado tan asustada como ese día, fue horrible. ¿Adivinas quién vino a mi rescate? El príncipe en persona. Abrió las puertas y sin pensar le lancé los brazos al cuello gimoteando. Ahora lo pienso y deseo que me trague la tierra cada vez que lo veo, sin embargo en ese momento no veía a un príncipe, solo a un salvador que me iba a ayudar a escapar de la oscuridad. Fue muy atento conmigo, ni siquiera llamó a los criados para que se ocupasen de mí, sino que se quedó a mi lado hasta que se me pasó el susto y me dijo que todo saldría bien. Él y el rey iban a volver a Regardezt en esos momentos y me dijo que me dejarían en casa de camino a su tierra. Ahí fue cuando caí en la cuenta de que estaba hablando con el príncipe de un reino más allá del Muro. El rey Richard también fue muy amable, no tuvo ningún problema con la petición de su hijo y me llevaron hasta mi casa. Un lacayo me acompañó hasta la entrada y Mark salió a recogerme. Cuando me giré para darles las gracias, el príncipe Rickard me sonrió y ahí decidí que no me molestaría en absoluto ser princesa. 
Años después hice un trato con mis padres: tengo hasta mi decimosexto cumpleaños para conseguir que el príncipe me proponga matrimonio. Si llega ese día y no lo he logrado, volverán a buscarme un marido de su elección. Les ha llevado años aceptar mi propuesta, supongo que no creen que pueda conseguirlo y por eso accedieron con un tiempo límite»
 María  había ignorado la parte de irresponsabilidad paternal en su pequeño relato, como si no le diera importancia. Esto sorprendió a Scarlett. 
—Nunca me esperaría que el príncipe Rickard tuviese ese lado amable.
Sonrió, porque nunca se habría imaginado a María siendo rescatada y fue una imagen demasiado tierna como para no hacerlo.
La muchacha asintió con ojos brillantes.
—Pero aún así, la realeza solo se casa con la realeza...
La sonrisa en la cara de María se apagó.
Lo sé.—un segundo después, ya volvía a esta radiante—Eso no quita que haya esperanza. Piénsalo, ¿con quién más podría prometerse en la Corte? Nirelia está prometida con Dáranir, y su hermana pequeña y la hija de la reina Vitorea son niñas. No hay más princesas casaderas. Además, dejando a un lado la costumbre de entremezclar solo sangre azul con sangre azul, los matrimonios entre la realeza se basan en mantener unidos los Cuatro Reinos. Yo soy la única heredera de una Casa Fundadora de Ozirian y él un príncipe de Regardezt. Es perfecto.
Scarlett no interrumpió a María hasta ese momento, pues aunque no quería bajarle los ánimos, si necesitaba advertirla.
Precisamente el hecho de que tú seas de Ozirian y él de Regardezt podría ser lo que complique las cosas...
Voy un paso por delante de ti—María le guiñó un ojo, realmente estaba entusiasmada con la idea—Un enlace es lo que hace falta para sellar la paz. Sé que ahora mismo hay mucha tensión entre los dos reinos y que las acusaciones que hemos oído últimamente han sido terribles...pero son rumores, solo eso. El rey Tulio jamás atacaría Regardezt, sobre todo teniendo en cuenta con quien está prometida su hija...
Scarlett arqueó una ceja sin entender la última parte.
¿Con quien está prometida su hija...?
De improviso, Chelsea entró sin llamar en la habitación y las dos jóvenes tuvieron que pausar su charla. La guerrera estaba sin lugar a dudas de buen humor por algún motivo. Su expresión era la de siempre, severa e imperturbable, mas se veía a la lengua que estaba contenta.
Bajad al patio de entrenamiento. Kira quiere veros, Julian ya está allí. Tiene información de vuestros Salvatores para la segunda prueba.
¡Al fin!—suspiró María con regocijo—No nos prestaron ninguna ayuda con la primera, llegué a pensar que no teníamos ninguno.
Sin perder más tiempo, ambas salieron del cuarto, ansiosas por las nuevas que les darían y la perspectiva de tener Salvatores ayudándolas en el anonimato.


                                                                        ***

Mientras tanto, en la sala de reuniones del Consejo Real, el rey Richard jugaba nervioso con los anillos de sus dedos. Siempre había sido un hombre robusto, pero elegante, con el porte de un rey en todos los sentidos. Aún con la constitución de un luchador, iba vestido con pulcritud e igualmente acicalado. Las hebras de grueso cabello azabache se hundían bajo el peso de la corona de plata.
A la hora acordada, el invitado que esperaba entró en la sala e hizo una reverencia.
Majestad.—dijo a modo de saludo.
El rey se levantó y los dos pares de ojos verde oliva se cruzaron en una guerra de miradas. Tras una cruenta lucha, el monarca perdió.
Vuelvo a repetirte que cuando estemos a solas me llames Padre, Dáranir.
El capitán negó con la cabeza y fue a ocupar un sitio alejado de la cabecera -el puesto que correspondía al rey- desde donde continuó taladrándolo con la mirada.
Sería muy informal por mi parte. Y no nos podemos permitir nada fuera del reglamento, ¿verdad, Majestad?
Richard frunció el entrecejo, no contento con su respuesta.

Cierto.—aseguró. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

¡Nuevo trailer!

Cuánto tiempo sin vernos las caras, ¿eh? ¿Unos dos meses más o menos? Madre mía. 
Vengo en son de paz con buenas noticias. Me falta poco para terminar de escribir el capítulo 17...PRIMERA PARTE. No hay un motivo especial para dividir el capítulo en dos, bueno, sí lo hay, pero no es cuestión de la narración. Es por vosotros (si es que alguien sigue ahí después de todo lo que os hago esperar siempre 8D) porque ya lleváis mucho sin un nuevo capítulo y aunque sea cortito, al menos es algo. 

¡¡¡¡Y AHORA EL TRAILER NUEVO!!!! Me sentía muy inspirada hoy cuando llegué a casa de un cumpleaños y me puse manos a la obra. Aquí os lo dejo:



Y por si queréis ver como era el antiguo por curiosidad o cualquier cosa, también os lo dejo:


AH. AH. Y quería recordaros que voy poniendo el progreso de los capítulos en el costado derecho del blog (arriba) así que si queréis saber como voy, mirad ahí. Pone también el día y la hora en el que escribí por última vez, para que me tengáis controlada pequeños espías. 

¡Hasta pronto (esperemos)! 

PD: También estoy pensando en hacer un trailer en condiciones de El último Guardián, pero eso para cuando empiece a subir los nuevos capítulos. (Que también estoy trabajando en ellos) 

sábado, 14 de septiembre de 2013

Premios + Adelanto Cap. 17 ♥

[¡Y viene con preguntas! Me encantan las preguntas.] 
Me han nominado tres blogs perfectos y preciosos. Ya sabéis que cuando me nominan al mismo premio varias personas lo junto todo en uno. Me han nominado las chicas de Las vigilantes de sueños  y Compases Rotos y Caramelo de limón Os invito a pasaros por ellos, sigo a todos y merecen más seguidores. 

Esto tiene cuatro fases:

1) Di 5 cosas raras sobre ti.

-Tengo una relación de amor-odio con mi pelo.
-Nunca me muerdo las uñas.
-Siempre que estudio historia hablo en alto conmigo misma. 
-Escucho música prácticamente todo el día.
-De pequeña estaba enamorada de Chayanne y decía que era su novia. 

2) Responde a las preguntas que te hicieron. 
[Por parte de Las vigilantes de sueños:]

-¿Cuál es el último libro que te hizo pensar?
Panteón, de Memorias de Idhún. No por el libro en sí, sino por los distintos puntos de vista que tiene la gente de la historia. Yo tengo una opinión de él que creo que nadie más comparte.

-¿Cuál es tu anime o manga favorito?
TENGO QUE SEPARAR. Mi manga favorito es Fruits Basket y mi anime Inuyasha.

-¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
Salir con mis amigos, leer, estar con el ordenador, jugar con la DS/Wii/PC, escribir, pasear a mi perro escuchando música, montar a caballo...

-¿Cuál es tu serie favorita?
Érase una vez. (Once Upon a Time) 

-¿Cuál es tu género favorito a la hora de leer o escribir?
Fantasía SIEMPRE.

[Por parte de Compases Rotos:]

-¿Tu artista favorito?
No podría decir solo uno. Me encanta la imaginación y el talento de Elisabetta Gnone. Nathan Fillion es genial como actor y Brendan Fraser me encanta también. Creo que mi favorito sería Adrian Von Ziegler, un compositor de música increíble de youtube. 

-¿Alguna manía inconfesable?
Mmm..no es exactamente una manía, pero siempre dejo márgenes al escribir a mano y me molesta mucho la gente que no lo hace e_e

-¿Qué sientes cuando escribes?
Depende de qué esté escribiendo. Por escribir sin más no siento nada, siendo sinceros, me gusta hacerlo pero 'siento' nada. Es entretenido. Si estoy haciendo una escena triste, siento tristeza, si es una escena romántica, me salen awww's y kya's y demás JAJAJA. Y si estoy describiendo algo y no encuentro palabras siento ganas de tirar todo por la ventana. Cuando escribo a mano sí que siento mucho más todo, pero a ordenador no. 

[Por parte de Caramelo de limón:]

-¿Cuál es tu estación favorita?
El verano.

-¿Dónde te gustaría viajar?
Hacer un safari por Kenya es uno de mis sueños. O al Amazonas. 

-¿Qué cinco cosas te gustaría hacer antes de morir?
¿¡Solo cinco!? T_T Uhm...tener hijos, encontrar al amor de mi vida, publicar un libro, hacer el maldito safari y trabajar en algo que realmente me guste.

-¿Cuál es tu serie favorita?
Como ya sabéis porque la respondí antes, Érase una vez.


3) Haz tú 4 preguntas.

1. ¿Sabes qué significa OTP y 'ship'?
2. Libro que creas que está sobrevalorado. 
3. La canción más romántica que creas haber escuchado en tu vida.
4. ¿Qué princesa de Disney no soportas?

4) Nominar a 5 blogs.

No soy una chica más
Biblioteca del Ocaso
The life of a black cat
Magic World
El viaje de Melissa (jamás me cansaré de darle premios<3)

Besos a todos, chaaaao.




JAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJA Era broma, aquí está el adelanto

Capítulo 17: Viejos amigos

Kira comenzaban a preocuparle las espantosas medidas de seguridad que ofrecía el castillo. Había conseguido salir con Ecoh dando la simple escusa a los guardias de que iba a comprar más heno para los caballos de sus señores. No es que fuera malo que dejaran libertad a los criados y mozos de cuadra, pero, en serio, ¿quién iba a buscar paja a las once de la noche? Humanos...
Desmontó a las puertas del campamento de la Alianza. Ecoh resopló plácidamente y siguió los pasos de su jinete mientras las puertas les eran abiertas por un vigía en su turno de noche. Kira le hizo un gesto de agradacimiento, pero fue ignorado. Ya estaba acostumbrado al trato frío por parte de algunos rebeldes, era lógico que muchos no confiaran en él sabiendo qué era. Otros, sin embargo, lo recibieron con los brazos abiertos. Dos niños corrieron a su encuentro y se le echaron encima sin previo aviso, intentando tirarlo al suelo. El caballo bufó molesto por el comportamiento de los muchachos, pero Kira soltó una carcajada y siguió caminando, burlándose de sus vanos intentos por derrumbarlo. Alguna que otra madre se había despertado con el ruido y salían de las cabañas para ver qué ocurría, mas al ver al híbrido volvían a la cama rodando los ojos. 
En lo alto de un árbol, Yven, el líder de los rebeldes refugiados en Regardezt, le hizo un gesto a modo de saludo desde la puerta de su casa. Kira se quitó a los dos niños de encima, que se protestaron por la falta de atención y fue hacia las escaleras del árbol, prometiéndoles una pelea con ellos al amanecer si se iban a dormir. Hubo más protestas. Estas fueron acalladas por una mirada severa de Yven. 
—Llegas tarde.
—Llego más que puntual, viejo bastardo. Más que puntual. No quería llamar la atención, así que Ecoh tuvo que moderarse. 
—¿Kira?
Una tercera voz interrumpió sus cordiales saludos. Kira echó un vistazo hacia el interior de la cabaña y no pudo evitar quedarse pasmado. Un hombre robusto y un palmo más alto que él lo miraba con una mezcla de impaciencia y alegría. Le costó unos segundos darse cuenta de que era Gales. 
—¿Me quieres decir qué diablos te daban de comer en el Infierno?—preguntó con tono molesto, aunque por su sonrisa podías entrever que la situación le resultaba cómica.

[Ignorar faltas y cualquier tontería que pueda haber suelta. Como está sin corregir, podría cambiar cosas cuando lo suba al blog] ♥



jueves, 29 de agosto de 2013

¿Me ayudáis a elegir actriz?

¡Hola a todos/as! Vengo con un problema que me está sacando de quicio. Sobre MARÍA.
Me gustaría que cada personaje tuviera un actor/actriz fijo, lo cual se me hace casi imposible. Los únicos que tengo fijos son a Ian Somerhalder  como Kira y Norian, a Nicolaj Coster-Waldau como Gales y a Megan Fox como Vanessa. Pensé que también tenía fija a Hayden Panettiere como María, pero me encontré con otra actriz, más pequeña, Elle Fanning...¡¡¡y ahora estoy en dudas!!!

Necesito vuestra ayuda, si pudiérais dejarme un comentario diciendo a cuál preferís para que haga el papel de María, os estaría eternamente agradecida <3

Esta es Hayden Panettiere:



Y esta es Elle Fanning:



Yo creo que prefiero a Hayden y me es mucho más fácil encontrar fotos y gifs de ella 'actuando' como María. Elle suele estar demasiado seria. Pero no sé, también tiene un aire a María. ¡Ayudadme vosotros! ¡Necesito vuestra opinión! 

PD: También quiero poner de fija a Molly Quinn para Scarlett. El problema es que tiene el pelo pelirrojo anaranjado y Scarlett lo tiene rojo oscuro. Y los ojos azules...pero eso se nota poco. Para las fotos se retoca, pero en los gifs...bjsdbgkjsdb. ¿Alguna opinión o sugerencia de otra actriz?

PD2: Estoy planificando el capítulo 17. Hice una pausa en escribir el nuevo principio de El último Guardián y me centraré en escribir el siguiente cap. Salen bastante personajes, bastante variado, espero. Como solo lo he planificado y no escrito, todo puede variar. Empieza con Kira y Gales, juntos, en el campamento de la Alianza Rebelde. 

¡Un beso y gracias por soportarme, aguantar las esperas por las que os hago pasar y ser tan maravillosos!
Cada visita, cada vez que leéis uno de mis capítulos, cada comentario...no sabéis todo lo que os aprecio, sois geniales. ♥




viernes, 19 de julio de 2013

Capítulo 16: Los Geneviev [Parte 2]

Nota de la autora ~> Casi todo el capítulo narra los recuerdos de Julian sobre su pasado cuando tenía 10 años, pero no está en cursiva porque a algunas personas les era incómodo para leer. 
Este capítulo tiene muchos paralelismos jeje~ Espero que os guste y tengo la duda sobre si este tipo de capítulos (contando el pasado de 'x' personaje) se os hacen aburridos. Decídmelo por favor.
AHHH, por si no os acordáis, el Julian de sus recuerdos acaba de llegar a la casa de los Geneviev, por si os perdisteis.
Un beso enorme Submundianos. ¡Disfrutad la lectura!




El niño se distrajo al verlos llegar y su contrincante lo derribó de un golpe.
Julian pensó en ir a ayudarlo a levantarse, pero Laplass Geneviev empezó a aplaudir con una clara cara de satisfacción.
—Muy bien Deban, si sigues esforzándote tanto quizás consigas vencer a mi hija cuando empieces a tener canas.
La niña giró sobre sus talones e hizo una reverencia burlesca al muchacho que acababa de derrotar. No parecía mucho mayor que ella, pero sí la superaba en grandes proporciones en altura y sin duda alguna, en fuerza. Julian se sintió un poco intimidado ante la mirada de rabia que les dirigió el chico. Recogió su espada y se fue quitándose el sudor de la frente, sin mediar una palabra más con ellos.
Cuando se hubo ido, la niña de alborotada melena rubia se acercó a ellos casi dando saltitos y clavó unos grandes ojos grises en Julian, el cual, cada vez se sentía más incómodo.
—Da gusto ver que sigues en forma, princesita—comentó jovialmente su padre, dándole una fuerte palmada en la espalda. Julian no estaba seguro de que el término “princesita” le cuadrara mucho con esa fierecilla—Te presento a Julian DuFrain, el Elementar del Viento.
image—¡¿Esta finusmía es un Elementar?!—preguntó abriendo aún más sus grandes ojos.
Julian se encogió sobre sí mismo. La niña tenía la misma altura que él, portaba una espada, que aunque pequeña, no dudaba en que estaría afilada, y no tenía una constitución flacucha como la suya, sino que se la veía fuerte y saludable.
—¡María!—la regañó el señor Geneviev—Qué modales. Es nuestro invitado de honor y será uno de tus compañeros desde ahora.
María se carcajeó y hubo algo en su risa que la hizo parecer más una niña y menos una fiera. Le tendió una mano a Julian.
—Entendido. Seguro que nos llevaremos bien, ¿eh, renacuajo?
—¿Renacuajo?—farfulló el muchacho, frunciendo el ceño.
No contestó. Simplemente le dio el apretón de manos más doloroso de su vida y sin previo aviso, lo arrastró por el patio hacia saben los Dioses dónde.
El señor Laplass desapareció dejándolo en manos de su hija y llegó un punto en el que entraron al interior de la mansión. La cual era lujosa, sí, pero estaba muy lejos de lo que Julian había esperado. En vez de los cientos de criados que pululaban por los pasillos en su imaginación, lo que correteaba por los salones eran niños, muchos niños. Su primer pensamiento fue que los señores Geneviev tenían muchos hijos. Al parecer, su acompañante debió notar que estaba patidifuso, porque le dio un tirón en la ropa para apurarlo.
—Son aspirantes al puesto de Guardián.—explicó—En mi familia entrenamos a muchos de ellos, aunque también hemos sido líderes de la Casa Blanca desde hace generaciones.
—Oh...
Pararon delante de una preciosa puerta tallada en la más exquisita madera. María entró y cuando Julian pretendió hacer lo mismo, le sacó la lengua y lo echó afuera de un empujón.
El muchacho se quedó esperando, sentado en el suelo viendo como los demás niños pasaban a su alrededor, mirándolo intrigados, hasta que una figura alta se plantó en frente de él.
—¿Uno nuevo?—inquirió con voz amable.
—¿Qué?
—Te pregunto si eres nuevo por aquí. No te había visto nunca.
Julian se enderezó y encontró a un joven moreno de espalda corpulenta. Era más mayor que él, eso seguro, pero tenía una mirada tan benévola que le sonrió con un poco más de seguridad.
—Sí, creo. Soy Julian, ¿y tú eres...?—quizá podría irse con él en vez de con la niña rubia, que aún lo amedrentaba un poco.
—Mark Geneviev, un placer—le dio un suave apretón de manos y luego su voz se volvió un poco más severa—Y dime, Julian, ¿qué haces sentado en la puerta del cuarto de mi prima?
Era un Geneviev. Sí, definitivamente había algo en la forma en la que los otros niños lo observaban, como si fuera alguien importante.
Antes de que pudiera contestar, María salió de su habitación, cambiada en un vestido rosa pastel con una diadema blanca y unas preciosas sandalias que se enroscaban como serpientes en sus pantorrillas.
—¡Mark!—dijo la niña saliendo de su habitación. Tras abrazar a su primo, dirigió su mirada a Julian—Veo que ya os habéis conocido.
No era como si con ese drástico cambio dejara de ser un tanto intimidante, solo que ahora lo echaba hacia atrás su aspecto noble; la vestimenta que se pondría una niña de clase alta. Y la actitud. La actitud tampoco había cambiado, los aires de confianza en sí misma, que no solo los notaba en María, sino también en su primo.
Comparado con ellos, Julian pensaba que el apodo burlón que había recibido le encajaba a la perfección. Se sentía como un renacuajo nadando entre grandes y opulentas ranas.
—Si sigues hablando con nosotros vas a llegar tarde a tu clase de arpa—advirtió Mark.
—¡Ah! ¡No! ¡Adiós!—María salió corriendo, provocando las riñas de todo adulto que se cruzaba en su camino.
Aunque Julian aún no sabía qué pensar de ella, le cogió por sorpresa su repentina marcha y empezó a temer quedarse solo rodeado de completos desconocidos. Mark pareció notarlo y le dio una palmadita de ánimo en los hombros.
—Ya me habían avisado de tu llegada, ven.—Al ver que Julian no andaba lo fue empujando desde atrás—Vamos, vamos. Te enseñaré nuestra habitación.
<<¿Nuestra?>>
Mark le mostró el que sería su cuarto. A Julian le agradaba: era acogedor, no muy grande y tenía estanterías repletas de libros. Había dos camas que estaba deseando probar después del viaje en carroza y una ventana que daba a un patio arenoso cubierto.
Tras instalarse bajaron a cenar. Por costumbre, Julian fue hacia la cocina, pero Mark le explicó que allí solo comían los criados.
El comedor en el que entraron era enorme. Había un cúmulo de mesas apiñadas en las que una veintena de niños devoraban la carne de cerdo y sorbían con la felicidad de quien no tiene preocupaciones la sopa. En el medio de la sala se extendía una mesa redonda que parecía presidir la cena. Pudo distinguir en ella al señor Laplass Geneviev y a María. Los demás rostros no le resultaron conocidos. María los vio y los saludó con fervor, seguido de una riña por la mujer que tenía al lado, instándola a que no gritara.
Julian, que en esos momentos ya había atraído casi toda la atención del comedor, estaba demasiado avergonzado como para devolver el saludo. Siguió a Mark con la cabeza gacha y las mejillas encendidas. Laplass Geneviev se levantó y le indicó que se sentara frente a él, entre Mark y una anciana de rostro amable.
Esa noche conoció a Moria, la mujer que había estado regañando a María y señora de la casa, de la cual solo aprendió que le gustaba mantener el orden. También conoció a Renela, la tía de María y Mark.
Al subir las escaleras para volver a la habitación creyó notar que algunos niños lo miraban con hostilidad.
Apenas pudo dormir aquella noche. Pensó en su padre, que había salido para traer de vuelta a su madre, desaparecida hacía meses. Cerró los ojos con fuerza y deseó que los dos volvieran sanos y salvos pronto.

Le dejaron unos días para acostumbrarse a su temporal nuevo hogar. El sitio dejó de darle tanto miedo, pues casi nadie le hacía mucho caso, lo cual él apreciaba, ya que así podía andar a sus anchas. De vez en cuando algún niño se le acercaba, pero al ver que Julian era tan callado, se marchaban. Julian comenzó a preocuparse de que pensaran que estaba siendo descortés con ellos. Simplemente, le costaba abrirse a los desconocidos y tampoco creía que esos chicos quisieran ser sus amigos si lo llegaban a conocer de verdad.
Sin embargo, hubo alguien con quien decidió intentar hablar: Mark.
Era un muchacho extraño, pero interesante. En apenas un año, con sus quince recién cumplidos, debutaría en las Pruebas Guardianas y toda la Casa Blanca estaba emocionada por el acontecimiento, sobre todo los Geneviev, que esperaban ansiosos el asegurado éxito de su sobrino. Mark le había confesado que no compartía la emoción, pues él habría preferido estudiar y convertirse en médico.
A Julian le caía bien Mark, en especial porque a este no le molestaba su timidez, ni lo forzaba a hablar. Pero cuando hablaba de su prima, Julian dejaba de escuchar. Tenía una especie de complejo de hermano mayor que lo obligaba a alabarla más de lo que sería considerado normal y sobreprotegerla. Julian pensaba que esa niña necesitaba cualquier cosa menos protección. A veces, cuando se aburría, echaba una ojeada por la ventana de su cuarto, cuya vista estaba orientada al patio interior de entrenamiento. Allí era donde los aprendices de Guardián practicaban el manejo de las armas, el combate cuerpo a cuerpo y desarrollaban las habilidades que necesitarían para entrar en la Guardia. Y se lo tomaban muy en serio...casi todos. La pequeña María, con sus siete años de edad, rebosaba seguridad, fuerza y entusiasmo. Hasta el momento, Julian solo la había visto derrotada por los chicos veteranos, que le llevaban unos cuantos años y unas cuantas cabezas.
Casi no hablaba con ella, un simple saludo a lo lejos cuando se encontraban por los pasillos, ella de camino a un entrenamiento, o a una clase de música, o quizá de costura.

Pronto, sus días de descanso terminaron. Le comunicaron que iba a iniciar su preparación, pero que al no contar con ningún otro Elementar, tendrían que aplicarle las lecciones generales.
Lo pusieron en la clase de los principiantes, algo que Julian agradecía. Aún así, no se pudo evitar ver la incompatibilidad que tenían el chico y la lucha.
Los días posteriores fueron un desastre: las armas más ligeras le resultaban pesadas, no poseía la fuerza bruta ni la resistencia física de los otros muchachos, pero al menos era ágil y lo suficientemente rápido para defenderse a su manera.
Su maestro, harto de que no devolviera los golpes, le sugirió que soltara la espada e intentase hacer algo con el aire, que para algo era su elemento.
Julian no comprendía muy bien a qué se refería y para empeorarlo, Mark y María habían decidido pasarse a mirar.
Aún no había descubierto mucho acerca de su don, pero lo que sabía con seguridad era que no funcionaba bajo presión; necesitaba tranquilidad y no podía conseguirla con todos los ojos centrados en él. Con el presentimiento de que estaba a punto de hacer un gran ridículo, decidió al menos no rendirse sin intentarlo, así que cogió aire, cerró los ojos e imaginó que no había nadie más a su alrededor. Escuchó a su rival aproximándose e hizo lo primero que se le vino a la mente: echar la respiración contenida.
Antes incluso de abrir los ojos, oyó una carcajada. Al parecer, el soplo había sido tan fuerte que su contrincante perdió el equilibrio y cayó. La carcajada venía de María.
Julian sonrió, contento de haberlo logrado, justo antes de ser derribado de un golpe, perdiendo definitivamente el combate.
Los niños habían pasado el resto de la clase riéndose de Julian, pero el entrenador parecía satisfecho y cuando terminaron, María se acercó a darle un codazo y felicitarlo.
A partir de ese día, fue a verlo con Mark las pocas veces que tenía tiempo libre. Julian también empezó a verla desde la ventana con más interés y terminó por tomar la costumbre de bajar hasta la arena para hacer una silenciosa observación de sus progresos. No obstante, por mucho que intentase imitar sus movimientos, su uso con las armas seguía siendo bastante lamentable. Por otra banda, su don evolucionaba más rápido, aunque no lo suficiente para ganar una pelea.
Al principio eso era lo único que los conectaba; ver como luchaba el otro. Hasta que un día, Julian se ganó su amistad con unas simples palabras.
—Mmmm...—murmuró degustando un pastelillo de moras—Creo que podría comer solo esto durante todo el año.
Lo dijo, por supuesto, sin saber que había sido la propia María quién lo preparara. Así que durante la siguiente semana fue atiborrado a dulces por la niña, que estaba encantada.
Julian acabó sintiéndose culpable de que malgastara el tiempo que los otros empleaban jugando cocinando para él.
<<Tiene siete años, debería estar divirtiéndose>> pensaba.
Pero María no tenía tiempo para eso. Siempre se la veía feliz, corriendo de un lado a otro y siendo reprendida constantemente, sobre todo por su madre. Era la mejor en las clases, mas Julian jamás vio al entrenador elogiándola, sino exigiéndole más.
Por lo tanto el Elementar decidió tomar cartas en el asunto. Dejó de pasar las noches leyendo para dedicarse a inventar juegos con el viento que pudieran entretener a la niña.
Cuando hacía temblar las camas con María y Mark encima, como si estuvieran en mitad de una tormenta marina, o pasaba con un soplo las páginas de su libro de cuentos favorito para que ella gritara emocionada: “¡Alto!” y así escoger cuál les leería Mark aquella noche...
Fueron esos pequeños juegos los que los fueron convirtiendo poco a poco en un trío inseparable.
Julian no había dejado de ser tímido, es más, con el resto de niños ni siquiera hablaba y a estos no les agradó descubrir que había trabado amistad con los dos Geneviev.
Sencillamente, Mark y María eran diferentes. Ella era la más pequeña de los tres y aún así llamaba a Julian renacuajo, riéndose de que tuviera casi la misma altura que ella a pesar de la diferencia de edad. Pero a él no le molestaba, porque sabía que en cuanto viera una araña se subiría a su espalda y le pediría al borde del llanto que la echase.
Mark era mucho más tranquilo, y aunque solo hubiera cuatro años entre ellos, simulaba ser mucho más mayor. En las lecturas nocturnas que ya se habían convertido en una costumbre, era Mark quien sostenía el libro y les leía en voz alta, hasta que los dos se habían quedado dormidos, por lo que los colocaba cada uno en una cama y él se dormía en el suelo.
María recibía grandes broncas por ello. A todos les parecía indignante que una señorita como ella durmiera en un cuarto de hombres, y además hiciera dormir a su primo en el piso.
De poco servían las amenazas de sus padres, pues si la obligaban a ir a su cuarto, por la madrugada se escapaba y se colaba en la cama de uno de los chicos.
Puesto que ella insistía en estar con ellos y ellos tampoco la echaban, al final no tuvieron más remedio que instalar allí una tercera cama.
Lamentablemente, la felicidad de Julian no duró mucho.
Varios meses después de su llegada a la mansión, recibió noticias de su padre: lo habían encontrado, no solo a él sino también a su madre. El señor Laplass le decía esto con un tono sombrío, pero Julian no lo dejó terminar. En cuanto mencionó que un carro los había dejado en la entrada, salió corriendo a reunirse con ellos, sin escuchar las advertencias tras él.
Su primer pensamiento al abrir las puertas de la entrada fue preguntarse por qué estaban dormidos.
Los cuerpos habían sido colocados con toda delicadeza sobre un carro, dejándolos en una posición natural y relajada. Los ojos estaban cerrados, pero sus caras lucían demasiado pálidas, sin vida.
Julian cayó de rodillas con la mirada fija en ellos, sin pestañear. Escuchó un grito y no supo si provenía de él o de otra persona. Notó una mano en su hombro.
—Lo siento mucho, muchacho—dijo alguien irreconocible debido a que tenía la vista emborronada—Tu padre fue a por el híbrido que tenía a tu madre, pero...las criaturas de sangre mezclada siempre son unas ratas engañosas. Estoy seguro de que tu señor padre luchó con valor...
Julian se acercó al carromato sin contestar y cogió la mano de su madre. Estaba fría.
—Mamá...

Las siguientes semanas Julian no habló con nadie. Ignoraba a todos cuando se le acercaban y recibía más atención que nunca de parte de Mark y María, lo que aumentó la antipatía del resto de candidatos a Guardián. Ya antes les parecía débil, pero el ponerse así por la muerte de sus progenitores había sido la gota que colmó el vaso. La mayoría de sus padres eran Guardianes o soldados y sabían que cada día arriesgaban la vida.
—¡Su padre era zapatero! ¿Acaso tú te esperarías que un zapatero muriera asesinado por un híbrido?—decía María a los niños, tratando de defenderlo.
Pero eso solo les dio nuevos argumentos.
—¡Por eso los plebeyos no deberían intentar entrar en la Guardia!

Dos días más tarde, ocurrió el accidente.
Mark, Julian y María bajaron hasta la ciudad para visitar la librería. El chico ya charlaba con ellos, aunque seguía sumido en una espesa nube de tristeza. Se habían separado, yendo María hacia la pastelería acompañada de una escolta y Mark entrando en la librería, mientras el otro muchacho quedaba fuera mirando el escaparate. Julian ni se enteró cuando una mano lo agarró por el cuello de la camisa y lo empotró contra la pared maciza de la casa contigua a la tienda. Eran cinco niños de su edad, todos ellos provenientes de la mansión Geneviev.
—¿A qué viene esa cara de miedo, DuFrain?
El más alto de ellos lo tenía levantado un palmo del suelo.
—¡Vamos! ¿No eres un Elementar? ¡Enséñanos alguno de tus trucos!—rió otro.
Julian estaba demasiado asustado para reaccionar.
—El único poder que tiene este...—dijo el que lo mantenía sujeto, tirándolo al suelo—es ser el perro faldero de los Geneviev.
Julian apretó los dientes, queriendo replicar pero sin saber qué decir.
—Eso es, no abras la boca y ahora trágate esto como el buen perro que eres—dijo dándole un rodillazo en el estómago—Se ve que a ti de poco de han servido los entrenamientos, ¿eh, Elementar?
No había visto ese golpe venir y sentía unas horribles ganas de vomitar. Quiso levantarse para huir, pero uno de ellos lo volvió a empujar al suelo.
—¡Quédate donde perteneces, plebeyo!
El que lo había empujado sacó algo brillante y puntiagudo de su bolsillo.
—¿Qué os parece si dejamos una pequeña cicatriz en esa cara suya?
Tras eso, todo ocurrió muy deprisa. En el momento que la navaja avanzaba hacia él, alguien lanzó al niño hacia atrás y este giró demasiado rápido para deshacerse de quien lo sujetaba. La pequeña arma se escapó y unas gotitas de sangre cayeron al suelo.
—¡Dejadle en paz!—gritó la niña con los ojos húmedos del dolor y una mano pegada a su cuello, en la herida.
Julian estaba petrificado miranado las manchas escarlatas.
—¡Señorita Geneviev!—gritó el agresor presa del pánico—Yo...yo...no quería...
—¡Discúlpenos!—rogó otro.
—¡Largaos de aquí!
El grupo salió corriendo y la niña se acercó a Julian, tendiéndole una mano para ayudarlo a levantarse.
—¿Estás bien?
Julian temblaba, no por miedo, sino porque había visto la herida.
—¿Por qué...?—susurró, sin dejar de mirar fijamente a su cuello—¿Por qué interveniste?
María lo malinterpretó y le dio unas palmaditas en la cabeza, como si fuera la adulta responsable de él y no una diminuta chiquilla que luchaba por contener las lágrimas y se sorbía los mocos.
—Porque si no hacía algo les habrías dado una paliza, renacuajo—mintió con una sonrisa.
Mark salió de la tienda unos segundos más tarde y estuvo a punto de desmayarse al ver a su prima herida. Volvieron a la mansión con la mayor prisa posible y al llegar, Mark empezó a hacerle las curas al borde de un ataque de nervios. María insistía en que no dolía, pero sus gestos eran más sinceros que ella. Julian no entró en la habitación, ni dijo una palabra durante el trayecto de vuelta. Se encontraba apoyado en la puerta en completo sislencio, escuchando la conversación que se mantenía en el interior.
—¿Cómo se te ocurre meterte en una pelea así?
—Estaban pegando a Julian.
—¿¡Y si la herida hubiera sido peor!? ¿¡Y si yo no hubiese estado allí!?
—¡Estaban pegando a Julian!
—¡Tendrías que haber pedido ayuda, no inmiscuirte tú, María!
—¡Julian es mi amigo!
—¡Podrían haberte matado!
El corazón del Elementar se paró un instante.
—Esos niños no matarían a nadie.
—¡Podría haber ocurrido un accidente! Espero que al menos estés arrepentida...Dioses, María, fuiste muy insensata. Tenías que haberme llamado.
—¡No me arrepiento!
—¡María!
—¡No! ¡Y volveré a hacerlo si es por proteger a mi amigo!
La niña salió a trompicones de la habitación y chocó de golpe contra Julian, mirándolo unos instantes sorprendida, antes de cogerlo de la mano y llevarlo a rastras con ella. Mark salió por la puerta y María le echó la lengua, sin parar de correr. Los dos pararon su carrera en la mitad de un pasillo. Julian seguía temblando y María volvió a interpretarlo mal.
—No te preocupes, ya pasó...
¿Lo estaba consolando? Mark tenía razón. Podría haber ocurrido un accidente...podría...con lo insensata que era podría...La imagen del cadáver de su madre le vino a la mente.
—María, quiero que me escuches con atención, ¿de acuerdo?
La niña lo miró curiosa y se quedó en silencio, brindándole toda su atención.
—No soy tu amigo—dijo Julian.
—Claro que eres mi amigo.
—No—repitió, con firmeza. Le temblaban los puños, pero no dejó que se le notara en el rostro—Ni quiero que tú seas la mía.
—P-pero...—la pobre chiquilla titubeaba, confusa y dolida.
<<No quiero ver a nadie más morir. Y no quiero verte a ti en peligro por mi culpa>>
Lo único que le quedaba tras la muerte de sus padres era su futuro. Su futuro como Guardián. Un futuro que pensó que compartiría con sus dos amigos, sus dos únicos amigos, pero no podía ser. Ella era insensata y pequeña y se preocupaba demasiado por los demás. En algún momento de ese futuro, quizá intentase sacrificarse por salvarlo...y eso solo lo haría si lo apreciaba. Tenía que dejar de ser su preciado amigo en ese mismo momento.
—Eres muy molesta. Te crees muy fuerte, pero nada más ver un bicho te asustas—unas ligeras arruguitas de frustración cruzaron por la frente de María—Y comes como si fueras un viejo fraile gordo, en vez de una chica de clase noble. No tienes modales, no sabes comportarte.
Julian quiso abofetearse a sí mismo. Porque sabía que le estaba echando en cara las mismas cosas que le decía su madre todos los días. Estaba despreciando a una niña de la que nadie parecía sentirse orgulloso nunca. Julian quiso decirle que él sí estaba orgulloso, y que la admiraba. Pero en vez de eso, continuó.
—No sabes estarte quieta y solo te dedicas a importunar a los demás. No le tienes respeto a tus mayores, le llevas la contraria a tus padres y ahora incluso a tu primo. Eres testaruda y desobediente—le dio la espalda—¿Y aún esperas que sea amigo de alguien así?
Esperaba oírla llorar o que le pegase enfadada o que se marchara corriendo. Esperaba esperanzado que se hubiera ido, pero ahí seguía. Habló con claridad, con el tono que ponen los niños pequeños cuando están a punto de tener una pataleta.
—Eres un renacuajo—dijo, como si fuera lo más ofensivo del mundo. Hizo una pausa y lanzó un grito con su aguda vocecita—¡Y te odio!
Entonces sí, salió corriendo.
Intentó hacer lo mismo con Mark. No obstante, el chico era mucho más mayor y no se dejó llevar por las palabras de Julian, solo lo dejó acabar y suspiró. Se sentó a su lado.
—Si a partir de ahora vas a actuar así con todo el mundo, adelante, no voy a detenerte—lo miró seriamente—Pero no esperes que funcione conmigo.

Y así fue. Pasó el tiempo, primero los días...en los que Julian seguía igual que siempre, ignorando a todos. La única diferencia era su trato con María, no solo la ignoraba sino que cuando se dirigía a ella lo hacía de la forma más detestable posible. Eso, de alguna forma extraña, aumentó la simpatía de los otros muchachos hacia él, pues significaba que ya no era el favorito de una de los Geneviev.
Luego, las semanas y los meses...Julian ya no jugaba, se dedicaba a perfeccionar su don, que iba creciendo a grandes pasos, cosa que se notaba en las clases de adiestramiento. Pronto empezó a ganar los combates con relativa facilidad sin necesidad de un arma o si quiera tocar a su rival.
Tras un par de años, todo había cambiado. Julian solo tenía un amigo, Mark, que había sido prácticamente desterrado de la familia tras fallar en sus pruebas Guardianas. Fue acogido en la Casa Gris por el capitán Ahelod, así que el Elementar estaba solo. Completamente solo. El desprecio que le había hecho a María le estaba viniendo de vuelta y ella parecía odiarlo de verdad. Se había acostumbrado tanto a su nuevo muro para mantener a los demás a raya que ya no podía dejar pasar a nadie. Aunque de vez en cuando, por las noches solo en su habitación, pasaba con un soplo de aire las páginas de un viejo libro de cuentos y paraba con un: “Alto” para elegir qué relato recordaría.




El Julian del presente volvió en sí. Se había perdido en sus recuerdos. Los imbéciles de Strone y el resto seguían discutiendo a gritos, esta vez el tema de conversación volvía a centrarse en él. Julian estaba sorprendido de la cantidad de atención que atraía, aunque fuese por malos motivos. Decidió seguir leyendo y dejar de prestarles atención, a pesar de que algunos insultos no le pasaron desapercibidos. Al parecer cierta persona estaba algo enojada por tener que seguir lidiando con un Elementar en la siguientes pruebas. De repente, una voz distinta intervino en la conversación y Julian bajó el libro, volviendo a mirar la escena.
—Tranquilo, Strone, intentaremos no ponértelo muy difícil en la segunda prueba.
Strone Walter miró con desdén a quien acababa de llegar y rió.
—No ponérmelo muy difícil...lo que hay que oír...Oh, ¿pero es que ya está bien vuestra pelirroja? ¿O sigue sin poder andar?
Julian dio un salto desde la barandilla y cayó con ligereza en la arena, sin hacer ruido. Faltaba poco para terminar con su paciencia.
—Está perfectamente y dispuesta a machacarte. ¿Nervioso por tener a dos Elementar contra ti?—lo desafió la muchacha.
—Uno de ellos no tiene ningún poder que yo haya visto y el otro fracasará en alguna de las pruebas, es bastante obvio.
—Yo no veo la obviedad.
Strone sonrió.
—Por mucho que lo tengáis escondido entre las mantas de los Geneviev, sigue teniendo la sangre con la que nació...—se encogió de hombros—Solo es un zapatero con ansias de poder que acabará viviendo en una pocilga, donde nació y donde debería seguir.
—No te atrevas a hablar así de mi compañero, Walter.
A Julian le daba igual las ofensas del hijo del general, no era como si a esas alturas se fuera a sentir dolido por semejantes tonterías, pero...era otra cosa lo que lo estaba sorprendiendo, y que le impedía salir a acabar con esa estúpida discusión, pues quería seguir escuchando.
—Ya han manchado suficiente el nombre de tu familia, niña. Primero tu primo...luego tu tía...y ahora tú poniéndote del lado de ese plebeyo como si no fuera una falta de respeto hacia nuestra clase que este aquí...¿Sabes? En cuanto nos digan cuál es la prueba mortal, me aseguraré de que sea el primero al que mate.
Lo siguiente que escuchó Julian fue el desagradable sonido de algo partiéndose. María le había dado un puñetazo en la nariz a Strone Walter, que se la tocaba sin poder creérselo, empezando a sufrir una hemorragia.
—Te he dicho que no hables así de él, imbécil.—dijo la chica, frotándose los nudillos que le habían quedado enrojecidos.
Los otros chicos habían quedado con la boca abierta, pero estaban a punto de intervenir cuando repentinamente Julian avanzó casi corriendo hacia ellos y cogió a María por las piernas, subiéndola a su hombro y dejándola en el aire, manteniéndola sujeta solo con un brazo por su cintura.
—¡Eh! ¡DuFrain, suéltame!—gritó María pataleando.
Julian no le hizo caso y dio media vuelta, comenzando a andar en dirección contraria a donde se encontraban. Un grito lleno de blasfemias les llegó desde atrás y María contestó con otro grito aún peor. Strone reaccionó furioso ante esa contestación y fue tras ellos, pero el Elementar se giró y lo miró desde arriba, aprovechándose de que era más alto que él para intimidarlo. Arqueó una ceja.
—Más vale que te estés quieto.—le advirtió.
Volvió a girarse para seguir caminando con la chica aún cargada en su hombro gritándole, pero Strone seguía persiguiéndolos y sus compañeros parecían haber hecho lo mismo. Julian se cansó y se giró una última vez, haciendo ademán de dar una bofetada al aire y mandándolos a todos varios metros para atrás, con una violenta ráfaga de viento, que no solo los hizo desplazarse, sino que los tiró al suelo sin contemplaciones.
—He dicho que os estéis quietos.
No volvieron a hacer ademán de seguirlos.
Julian subió con suma tranquilidad las escaleras de la entrada, luego cruzó la recepción, subió las escaleras de esta, cruzó un pasillo, luego otro, volvió a subir unas escaleras de caracol, otro pasillo...todo esto mientras la pequeña rubia se desgañitaba y prácticamente el castillo en su totalidad los miraban como si estuvieran locos. Paró frente a una puerta y por fin, la dejó en tierra firme. María no esperó ni un segundo para seguir gritándole.
—¡¿Por qué has intervenido?!
Julian suspiró y con cara de malas pulgas, le dio unas palmaditas en la cabeza. En esos momentos estaba asombrado por muchas cosas. Le fascinaba como cambiaba la gente con el tiempo...y a la vez, lo poco que lo hacían. Ahora la muchacha rubia le llegaba apenas a la altura del pecho.
—Porque si no hacía algo les habrías dado una paliza, renacuajo.
El chico dio dos toques en la puerta y esta se abrió, dejando ver a Scarlett. Los miró con una leve sonrisa y Julian le dio un empujón a María para que entrara.
—La dejo en tus manos, intenta que no se meta en más líos por hoy.
—¿Ha pasado algo?—preguntó Scarlett preocupada.
Julian dio gracias al cielo porque esa pelirroja existiese. De alguna forma, sentía que si estaba con ella, todo iba a salir bien y que nadie, bajo ningún concepto, estaría en peligro. María empezó a quejarse de Strone y a remarcar que no necesitaba la ayuda de Julian y que su aparición fue innecesaria. Scarlett rió al escuchar lo del puñetazo y María intentó ocultar una sonrisilla orgullosa.

Antes de cerrar la puerta, Julian también sonrió.