Chispas en la hoguera

jueves, 26 de junio de 2014

Capítulo 18: Juego sucio

Nota de la autora ~> ¡Aleluya! Este capítulo quizá es algo aburrido porque es un puente hacia la segunda prueba. Esto significa que en el siguiente ya empezará la prueba, aunque no creo que toda en el mismo capítulo. Aún así, habrá más acción. Intento ir subiendo un capítulo aquí, uno renovado en El último Guardián y así...pero ya es verano y tengo más tiempo para escribir. Me propongo subir con más frecuencia :) 
Quería hablaros también de un chico nuevo en Blogger: Tom y su blog Inviernos Literarios . Está empezando, sube reseñas, Booktags y etc. Está en construcción y promete mucho, así que me gustaría que si tenéis un minuto os pa
séis por su blog. Todos queríamos un poco de ayuda cuando estábamos empezando n_n 

Chelsea llegó al patio de entrenamiento del castillo poco después de que Scarlett acabara de leer la carta. Esta se encontraba perdida en sus pensamientos, con la mirada pegada en el papel, leyendo una y otra vez las líneas. Chelsea se acercó en silencio y tiró a sus pies un bulto envuelto en harapos. Scarlett se sobresaltó.
¿Vas a comerte más la cabeza con eso o vas a venir conmigo?—preguntó con voz áspera, pero con las comisuras de sus labios ligeramente elevadas.
Scarlett se levantó de inmediato. Chelsea era menos fiera, pero le imponía más respeto incluso que el general Walter.
¿A dónde vamos?
A dar un paseo.—llevaba cargando a la espalda un carcaj, un arco atravesado por su brazo, una espada y una daga en el cinturón. Le hizo una seña para que recogiese el bulto del suelo—Recoge eso y trae a Phuria fuera, ya mandé a Kira ensillarla antes.
¿A Kira?
Chelsea bufó algo molesta.
El nuevo potro, el blanco, necesitará clases de doma urgentes. Casi me lleva la mano de un mordisco.
¿Évein?—dijo Scarlett incrédula—Pero si es muy tierno...
La mujer empezó a andar sin darle tiempo a más réplicas.
¡Apura!
¡Sí!
Se dirigió hacia los establos y abrió la puerta de la cuadra donde dormía su yegua. Esta la recibió feliz, contenta de verla después de tanto tiempo sin haber salido juntas. Scarlett acarició sus crines blancas también complacida con su compañía. Un hocico le golpeó en el brazo y al girarse vio a Évein, aún un potro, pero ya grande. Le sorprendió lo mucho que había crecido en tan poco tiempo, aunque recordaba las palabras de Kira cuando la había avisado de que sería un caballo un tanto especial. También a él lo acarició con cariño. El potro se dejó hacer.
Scarlett sacó a Phuria del establo y la llevó de las riendas junto a Chelsea, que la esperaba a las puertas del castillo montada en un caballo tordo. Los guardias las dejaron pasar sin problemas y ambas salieron al trote. Scarlett notaba a la yegua cansada, quizá aún no recuperada del parto. Sintió compasión por ella y no la forzó, dejando que fuese tras el caballo de Chelsea durante todo el trayecto.
Apenas llevaban viente minutos de camino cuando Chelsea aminoró la marcha.
¿Ya hemos llegado?—preguntó Scarlett, que esperaba un viaje más largo.
Se encontraban en el claro de un pequeño bosque. La luz entraba a raudales y el sitio tenía muy buena visibilidad. Parecía un lugar muy tranquilo.
Poco duró la tranquilidad, cuando una enorme ráfaga de viento la tiró de la silla. Scarlett se levantó del suelo confusa y vio a Chelsea de brazos cruzados, mirando hacia un punto en concreto. Luego oyó unos gritos de frustración cada vez más cercanos.
Será mejor que vaya a atar a los caballos lejos de aquí o esos dos idiotas acabarán por hacerlos huir.—dijo Chelsea, bajándose y marchándose a atarlos a un árbol.
¡Julian!—gritó Scarlett, siguiendo el sonido de los gritos—¿Kira? ¡Estoy aquí!
Vio a Julian a lo lejos, sudando y con aspecto de estar cabreado. Lo saludó.
¡Ser rastrero, inmundo, desgraciado, deshonroso! ¡Ven aquí y pelea como un hombre!—gritó con el viento girando a su alrededor en pequeños remolinos.
De repente Scarlett notó que tenía a Kira pegado a su espalda y dio un brinco, pero el híbrido la agarró por los hombros y se escondió detrás de ella.
¡Se llama usar los medios! ¡Deberías recordarlo para la prueba!—contestó también en un grito Kira.
Scarlett miró a Kira sonriendo.
¿Estáis entrenando?
Kira rió.
En realidad creo que intenta asesinarme y declarar que ha sido un accidente. Pero sí, podríamos llamarlo entrenar.
¿Qué hiciste ya?
¿Qué estáis cuchicheando?—protestó Julian señalando a Kira acusadoramente—¡No hemos terminado, híbrido, ten la decencia de acabar lo que empiezas!
¿Le dejo seguir con la falsa esperanza de que va ganando o hacemos que afronte la dura realidad?—murmuró Kira a Scarlett al oído.
Scarlett se apartó.
Creo que podríais dejarlo en un empate.
Chelsea volvió en ese momento y les entregó un arco a cada uno. Scarlett lo cogió no muy segura: el tiro con arco nunca había sido su fuerte. Julian y Kira tampoco parecían contentos.
No pongáis esas caras. Kira, ven conmigo, tú me ayudarás a enseñarles.
Kira se encogió de hombros y pasó al lado de Chelsea.
Preferiría que me dieras una espada, pero no puedo negarme a la petición de una dama.
Chelsea le dio un codazo brusco y Kira hizo un gesto de dolor.
El manejo de las armas no se basa solo en ir dando estocadas a diestro y siniestro. Tenéis que conocer todas las armas, porque vuestros rivales y enemigos lo harán y habrá ocasiones donde tendréis que coger lo primero que tengáis a mano. Además,—dijo, mirando a Julian—el viento es un elemento fundamental en el tiro. Antes de nada, una pregunta: ¿qué es lo primero que se debe aprender en el tiro con arco?
¿A apuntar?—inquirió Scarlett tímidamente.
No. A sujetar el arco de la forma adecuada y a posicionar el cuerpo. Kira, ayuda a Scarlett, yo estaré con Julian.
Creía que los Salvatores os habían nombrado solo para darnos la información, no para prepararnos.—dijo Julian.
Chelsea arqueó una ceja y le colocó la espalda algo agresiva.
Ha sido decisión de Dáranir...a petición mía. ¿Algún problema?
Ninguno.—Julian miró a Kira ceñudo—Aunque no creo que necesites ayuda para entrenarnos.
Chelsea sonrió.
Oh...—le lanzó una mirada confiada a Kira—Pero es que él os va a enseñar algo que yo tengo prohibido.
Los tres se miraron entre ellos sin entender.
¿Algo que tú tienes prohibido?
Scarlett.—la llamó la guerrera, con el semblante serio de nuevo. Tenía la cara de ser capaz de matar a alguien si se le ponían delante—¿Recuerdas lo que te hizo Strone Walter en la primera prueba?
Un escalofrío le recorrió la espalda al recordar la herida de la pierna. Aún le dolía, aunque la medicina que le había dado Larissa había sido muy efectiva.
Eso fue juego sucio.—gruñó Julian.
Lo sé. Se suponía que los ataques debían de ser frontales, nada de atacar por la espalda. Pero los jueces no pusieron ninguna pega. Dáranir y yo intentamos que se le impusiera alguna sanción.
Scarlett se sintió en deuda con sus dos mentores, pues hasta el momento no sabía que nada de eso había ocurrido.
No quiero que haya una próxima vez, ¿entendido?—la segunda al mando le puso las manos en los hombros y Scarlett asintió—Para eso tienes que saber evitar los golpes bajos y el juego sucio. ¿Y qué hay que hacer para evitar algo?
En la cara de Kira se extendió una sonrisa perversa.
Conocerlo.
¿Quieres que respondamos con la misma moneda?—dijo Julian sorprendido.
Por supuesto que no. Sois futuros Guardianes, no una panda de asesinos callejeros. Pretendo enseñaros a esquivar y defenderos de los ataques basados en las trampas y a mala fe. Para eso—volvió a mirar a Kira, quien parecía ahora mucho más animado—necesitamos a alguien que use ese estilo.
Julian rodó los ojos.
Deberías considerarlo como un insulto, no te estamos halagando.
Simplemente tenemos distintos conceptos de el honor. Para mí significa no matar a niños y sus madres como un juego de caza y para vosotros atacar de frente como toros.
Julian iba a saltarle al cuello, pero Chelsea intervino y lo empujó para separarlo.
¡Eh! Espero que te comportes Julian, o sino te prometo que habrá problemas. ¡Y tú!—dijo girándose hacia el híbrido—¡O dejas de provocarle o te vas de aquí!
Kira arqueó las cejas.
Fuiste tú quien me pediste ayuda.
Vale, vamos a calmarnos todos un poco.—intervino Scarlett. Levantó su arco y sacó una flecha.—¿No nos ibais a enseñar cómo disparar?
A Kira se le pasó el mal humor enseguida y se acercó a ella para ayudarla a colocarse. Julian siguió con mala cara durante el resto del entrenamiento.

Tras bastantes intentos, Julian había mejorado mucho. Ya había practicado el tiro con arco desde pequeño, aunque no se había molestado en volverse bueno, porque dedicarse a controlar su elemento era más importante. Chelsea estaba bastante contenta con sus resultados: sus flechas casi nunca erraban, pues cuando veía que no iba a dar en el blanco el viento intervenía a su favor.
Scarlett, por su parte, tenía más problemas. Era prácticamente la primera vez que cogía un arco y aunque había conseguido la postura y tenía la fuerza suficiente para disparar, la puntería era un tema a parte. Kira resultó ser un profesor paciente y animado, algo a lo que no estaba acostumbrada después de haber tratado con el general Walter y Chelsea como únicos mentores en combate y armas. Le gustaba el cambio. Su puntería no mejoró mucho a lo largo de la tarde, pero al menos sabía que estaba dando todo lo que podía de sí motivada por el medio demonio.
Pararon para hacer un descanso y Scarlett sacó un tema que la tenía preocupada.
Chelsea, ¿se ha sabido algo de los ataques a las aldeas?
Chelsea alzó la cabeza.
No es de tu incumbencia.—respondió con sequedad.
Se baraja la posibilidad de que haya sido Ozirian o los grupos rebeldes.—dijo Kira.
Chelsea le dio un puñetazo en el brazo, pero el híbrido no se inmutó.
¿Y tú cómo sabes eso?—interrogó Julian.
No es de tu incumbencia.—dijo Kira con sorna.—Aunque es algo triste que esté más informado que vosotros.
Chelsea se levantó, como dando por finalizado el descanso.
Entiendo que estáis preocupados, pero la Guardia está tratando de controlar la situación y no ha habido más ataques por el momento.
Por el momento...—murmuró Kira con una leve sonrisa.
Chelsea se puso tensa y lo encaró.
¿Te hacen gracia las masacres?
Me hace gracia que digáis que tenéis la situación controlada. Scarlett y yo os avisamos tras el primer ataque que los causantes son Heline y otros seis jinetes.
Eso atrajo la atención de Scarlett. Kira y ella les habían contado al resto de miembros de la Casa Gris lo de Heline y que había demonios inferiores sueltos por el Submundo, pero el híbrido prefirió callarse los detalles de los seis jinetes negros. A ella tampoco le había contado mucho, solo que venían del Inframundo y eran híbridos como él.
Puede que haya tensiones, pero no van a culpar a Ozirian.—dijo Chelsea dirigiendo una mirada dura hacia Kira.
No, culparán a los rebeldes.—respondió este.
Chelsea y Julian se miraron durante un breve instante y luego desviaron las miradas. Kira y Scarlett lo percibieron.
Déjame adivinar: no os creéis lo de Heline y los jinetes...
¡Pero es cier...!
Chelsea cortó a Scarlett en mitad de la frase.
¿Acaso los has visto hacerlo? Los seis famosos jinetes bien podrían ser rebeldes encapuchados. Sin rostro no hay identidad.
Pero Heline...
¿La has visto?
No, pero me mandó un mensaje y...
Cualquiera puede escribir un mensaje y romperle los dedos a una niña.
Scarlett se levantó apretando los puños. Aún recordaba cuando Heline la había torturado en el Inframundo.
La pelirroja notó una mano en su hombro y supo que Kira estaba detrás. Estaba sujetándola para que no empeorarse la discusión. Scarlett miró a Julian en busca de apoyo.
Julian, tú incluso luchaste contra Heline. Tú la viste.
Cierto.—afirmó el Elementar—Eso fue en el Infierno, Scarlett. Desde que volvimos hemos advertido de que esas criaturas siguen revoloteando en su mundo y que planean hacer algo en este, pero quizá nos hayamos excedido. ¿Y si cualquiera nos escuchó y extendió rumores? Podrían haberse enterado de toda la historia y usarla para cometer estos crímenes teniendo de tapadera a los demonios.
Yo vi a Heline. Aquí. En el Submundo.—dijo Kira cruzándose de brazos.
Julian bufó.
Tu palabra de poco nos sirve.
Chelsea pareció pensárselo un poco más.
Dáranir se fía de ti...pero yo no sé qué pensar. Llevamos ya un tiempo contigo, híbrido, podrías decirnos qué eres. Ya va siendo hora.
Scarlett notó la mano en su hombro tensarse.
Si tu capitán se fía de mí no necesitas más.—dijo con una sonrisa.
Scarlett también empezaba a sentir la tensión.
Oh, por favor.—gruñó Julian, levantándose también—Creo que está bastante claro lo que es.
Yo no lo tengo tan claro.—dijo Chelsea.
Ilumínanos.—le animó Kira.
¡No!—gritó Scarlett, elevando más el tono de lo que pretendía. Todos la miraron sorprendidos, menos Kira, que sonreía con algo de lástima hacia ella. Sus mejillas empezaron a arder.—Quiero decir...¿a quién le importa? Todos...todos merecemos tener nuestros secretos.
Scarlett miró a Chelsea fijamente, a propósito, y Chelsea entendió el significado de aquella mirada.
Todos merecemos tener nuestros secretos...—repitió la guerrera, medio sonriendo.—Qué diplomática. Está bien, dejémonos de inútil palabrería. Los mayores nos encargaremos de los asuntos de política. Vosotros ya tenéis bastante con lo vuestro. ¡Fuera arcos! Vamos a prepararnos un poco con la lucha cuerpo a cuerpo. Kira, a ver qué sabes hacer.
Será un placer.—dijo crujiéndose los nudillos.
Fue la parte más divertida del entrenamiento. Kira decidió que lo atacaran los dos a la vez en un principio, aunque le pidió a Julian que intentase usar lo menos posible su elemento. Cuando les incitó a que fuesen a por él, Scarlett no supo qué hacer. Nunca había visualizado a Kira como un enemigo, ni tan siquiera combatido contra él de forma amistosa. Julian, por su parte, no tenía esa clase de problemas. Atacó con toda su fuerza y voluntad, aunque jugó limpio y no usó el viento. Kira esquivaba los ataques con ridícula facilidad, riéndose del joven e incitándolo a seguir atacando.
¡Vamos, podéis hacer trampas!—gritó Kira, subiendo a un árbol y sentándose en una rama.—Scarlett, si no te mueves tendré que ir yo a por ti.
La pelirroja se puso alerta. Antes de que pudiera acercarse, ya tenía la espalda de Julian delante, cubriéndola.
¡Voy a enseñarte algo!—le gritó Kira desde el árbol.—Sois demasiado débiles cuerpo a cuerpo para ir contra mí, pero...cambiemos los oponentes. ¡Julian! ¿Te importa ir contra la pelirroja?
Julian se giró y miró a Scarlett, esperando su aprobación. Ella asintió.
Como ya sé que aquí el caballero de brillante armadura no se dignará a golpear a la señorita y la señorita otro tanto...ganará quién tumbe al otro en el suelo antes y lo mantenga así durante diez segundos.
Kira bajó del árbol de un salto y se acercó a Scarlett. Le susurró algo al oído y esta se sonrojó.
Llévalo a la práctica.—fue lo único que dijo, guiñándole un ojo.
Julian fingió ignorar esto y esperó el ataque de Scarlett. Ninguno de los dos quería realmente luchar contra el otro, así que empezaron con un débil forcejeo, un tira y afloja que no llevaba a ninguna parte. Kira bostezó.
Me aburro.
Scarlett reaccionó. Le agradaba Kira como profesor y sentía que necesitaba impresionarlo, al igual que con Chelsea. Se disculpó con Julian mentalmente e intentó ponerle la zancadilla a traición. Julian se sorprendió y se tambaleó, pero mantuvo la compostura. El intento fallido atrajo la atención del híbrido.
Julian, podrías tumbarla y lo sabes. ¡Vamos!
La sorprendida esta vez fue Scarlett cuando vio que Julian también parecía querer tomárselo en serio y hacer caso a Kira. Empezó a presionar y empujarla con más fuerza y Scarlett pronto se vio chocando contra un árbol, las manos entrelazadas con el Elementar y ambos con la vista fija en el otro, ceñudos sin querer dejarse caer. De pronto Julian la agarró por los tobillos y la tiró al suelo. Scarlett gruñó frustrada. Pero recordó lo que le había dicho Kira al oído antes de empezar y se dejó tumbar por Julian, mas cuando lo tuvo encima le cogió la cara con las manos, dulcemente, y la acercó a la suya. El rostro del Elementar empezó a arder y la miró confuso con los ojos abiertos de par en par. Aprovechando el momento de confusión, Scarlett le dio un codazo en el estómago y los papeles cambiaron. Lo puso cara al suelo y le colocó los brazos tras la espalda, sentándose en esta impidiendo que se levantara. Los intentos que el muchacho hizo fueron detenidos severamente por Scarlett, que lo mantuvo contra la hierba durante los diez segundos.
Ocho...nueve...¡diez!—Kira empezó a reírse y aplaudir—¡Esa es mi chica, jugando sucio!
La carcajada de Kira fue como música para los oídos de Scarlett. La invadió un sentimiento de orgullo y autocomplacencia. El corazón le palpitaba acelerado. Sabía que no había sido gran cosa, una mera práctica, pero se sentía como un niña pequeña siendo alabada. Miró a Kira, feliz, y este le devolvió la sonrisa.
¿Puedes sacarte de encima?—preguntó Julian mirando al suelo. Le temblaba algo la voz, no sabía si de rabia o de vergüenza, pero aún estaba sonrojado.
Scarlett volvió en sí y se apartó rápidamente, ayudándolo a levantarse.
¡Lo siento!—se disculpó, sacudiéndole la tierra de las ropas. Quizá se había pasado un poco.
Julian la agarró de las manos, parándola.
Tranquila. Se supone que había que hacer trampas y bueno, tú...me engañaste muy bien.
Scarlett rió nerviosa.
S-supongo...
Pasaron el resto del día entrenando en el claro del bosque: tiro, espadas, armas cortas, incluso escalada y caída, lo que a Scarlett no le hizo mucha gracia. Aún conservaba algo de su miedo a las alturas.
Chelsea y Kira se compenetraron para enseñarles cada uno cosas útiles de su propia cosecha. Mientras que Chelsea era mejor en el combate cara a cara y la resistencia, Kira era bueno con la evasión y los ataques sorpresa. Estuvieron practicando hasta el atardecer y los dos aspirantes a Guardián acabaron exhaustos y magullados. Decidieron que continuarían mañana con el mismo horario y así todos los días hasta la prueba. Harían cosas diferentes cada día y reforzarían sus puntos débiles, les dijo Chelsea, para estar bien preparados y lo más importante, con una buena base general.
Ya cerca de la puesta de sol, María y Dáranir se reunieron con ellos. Habían estado entrenando por su cuenta cerca de allí. María venía contenta y se apresuró a acercarse a Scarlett, emocionada y al parecer, para nada cansada. Nadie podría decir que llevase todo el día entrenando.
¡Scarlett! ¡Podemos ser compañeras de equipo en la segunda prueba!
¿Qué?—Julian intervino—Scarlett viene conmigo.
Veamos...—dijo Kira—tenemos que hablar acerca de los Salvatores. Los tuyos en concreto, July, te han hecho el favor de librarte de cargas: irás solo en la prueba.
¿¡Qué!?—gritó Julian girándose en redondo y encarando a Kira—¿¡Y cómo es eso una ayuda!?
Kira puso cara de circunstancias.
En realidad lo será.—dijo Dáranir—No podemos hablar sobre los detalles, tampoco sabemos todo.
¿Y no sería mejor que María también fuese sola?—preguntó Scarlett. No dudaba del potencial de su amiga, aunque sí albergaba dudas sobre el suyo propio. No quería ser un inconveniente para ella.
María hizo pucheros.
¿Es que no quieres ir conmigo?
¡No, no, no! ¡Al contrario! Si lo piensas fríamente, yo no soy la mejor elección como compañera...
La cara de la chiquilla cambió por una sonrisa radiante.
¡Bobadas! ¡Está hecho, pues, somos un equipo!
¿Y ellas no tienen ninguna ayuda más de los Salvatores?—inquirió Julian preocupado.
Claro que sí.—dijo Dáranir.—María ya está informada de los suyos, y Scarlett...
Chelsea hizo un gesto a Scarlett para que se acercara. Sacó unas flechas atadas con un lazo de cuerda fina y se las entregó junto con un sobre. Eran negras y la punta brillaba de una forma extraña. En el sobre solo aparecía un nombre: Viuda negra.
¿Viuda negra?
Déjame decirte que sea quien sea, se ha lucido.—admitió Chelsea, admirando las flechas—No son flechas normales y corrientes, las llaman Sagittae Ignis.
¿Ignis? ¿Como el dios del fuego?
Precisamente. Tienen una propiedad muy curiosa: hacen aparecer llamas cuando su punta entra en contacto con cualquier tipo de líquido.
Vaya...—Scarlett las acarició impresionada. Relucían.
Sí, vaya. Un regalo muy aducado para la Elementar del Fuego. Sin embargo, no te servirán de nada si no tienes puntería—dijo Chelsea con severidad, bajándola de las nubes.
Scarlett asintió. Por fin, abrió el sobre y leyó su contenido. Era una carta muy breve. Tan solo tres palabras.
¿Qué dice?—preguntó María sin poder contenerse más.
Scarlett sonrió y guardó la carta en su bolsillo.

Dice: “Confía en ti”.